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Celebrar es un regalo cargado de regalos

felipe builes
Celebrar es un regalo cargado de regalos

Por: Juan Felipe Builes, responsable de Viajes y recreación en Comfama.

Celebración (fragmento)

Desembotellemos todas las alegrías resguardadas 

y busquemos alguna novia perdida 

que acepte una festiva dentellada. 

Hoy es. Hoy ha llegado. Pisamos el tapiz 

del interrogativo milenio. El corazón, la 

almendra de la época creciente, la uva definitiva 

irá depositándose en nosotros, 

y será la verdad tan esperada.

Pablo Neruda.

Todos hemos sido testigos de alguien que hace que la vida se llene de colores: ese compañero que pareciera estar loco, esa amiga increíblemente imaginativa que se baila hasta el himno nacional, esa persona que enseña y recuerda de manera permanente que la alegría no es solo brasilera, como lo dijo el gran Charly García. En mi caso, y en mi casa, la alegría llegó a mi vida en forma de tíos.

Hay una época del año donde el cielo huele a felicidad. El olor proviene de cocinas y comedores donde las tradiciones se llevan al horno acompañadas casi siempre de historias. Lo que más me emocionaba de esa época es que mis tíos llegaban de manera inesperada llenos de trucos y juegos, justo a tiempo para enseñarle a un niño como yo que lo más importante era juntarnos, que la excusa siempre existiría y que lo simple podía ser lo más profundo. La fiesta permanente nada tenía que ver con la cantidad de regalos. 

Recuerdo una de aquellas tardes y aún hoy me duele la panza por un exceso de risa provocado.  A mi casa la describo desde mis seis años de altura: vieja y enorme, de corredores amplios y patios llenos de materas con anturios y helechos, con un solar al fondo con árboles como mangos y brevos. Abrir la puerta de aquella casa era todo un reto para un niño. Esa tarde llegó la orden y yo salí presto a cumplirla.

— ¡Llegaron sus tíos, abra la puerta!

Yo corrí, la abrí, saludé y me sorprendí. ¡Ellos estaban cargando una caja enorme forrada en papel regalo con muchas bombas en la parte superior! Era más grande que yo, y eso era suficiente para llamar mi atención. Esa entrada fue una fiesta, todos reían: ellos, sus esposas, yo gritaba, mi hermano también, mi mamá salió de la cocina a ver cuál era el alboroto, mi papá les seguía la travesura. Era, sin duda, el empaque más grande que habíamos visto jamás.

La curiosidad era enorme. Lo dejaron en medio de la sala junto al patio y, antes de cualquier cosa, la música sonó fuerte para seguir ambientando semejante fiesta. Luego de saludos y preguntas, el misterio fue revelado. Como en la magia, el público tenía que estar atento al mago y a sus instrucciones, y ellos, como dos artistas, nos sentaron en el suelo y sillas para ver lo que surgía de semejante contenedor. ¡Fue un regalo lleno de regalos!, de los más simples que racionalmente hubiéramos podido pensar. Salieron muñecos de trapo, pelotas de fútbol, dulces y hasta escobas de barrer.  Eso sí, cada una con una historia, casi siempre en forma de chiste.

La tarde abrazó la noche y el recuerdo de ese día quedó para siempre en todos. La verdadera celebración está en la felicidad de lo sencillo y que el regalo más grande puede ser, simplemente, la capacidad de reunirse y asombrarse con objetos y sucesos cotidianos.

Celebrar es una maravillosa capacidad humana que a ratos parece olvidada. Es valorar, agradecer, participar, compartir para permitir afirmar el ser y la existencia. Y aunque la historia que acabo de narrar tiene una época específica, es claro que no es necesario una fecha o un motivo particular para poder hacerlo. No es necesario que alguien cumpla años, que haya un aniversario o que se haya cumplido una meta. Lo fundamental es abrirse amorosamente a esa actitud que afirma y valora al ser y la vida.

La invitación, entonces, es a dejar de lado nuestra incapacidad de ver y valorar lo simple, concentrarnos en lo profundo de lo cotidiano, en la belleza de permitir que el asombro sea el lente con el que vemos los días. Que el gozo nos acompañe, que la libertad nos guie, que el juego nos abrace, que seamos valientes para ser nosotros mismos y encontrarnos en ese acto natural de la celebración. Como mis tíos, quiero vivir la vida, el trabajo y el presente contagiando ese regalo cargado de regalos.

¡Conversemos!

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Juan Felipe Builes Barrera

Responsable de Viajes y recreación

jbuiles@comfama.com.co