Lizeth y Daniel se conocieron en la universidad. La primera cita se dio a raíz de la educación y, ahora, comparten y disfrutan del amor por medio del deporte en los cursos Comfama.
Tal vez no exista un deporte más exigente que el tenis. Practicarlo exige un equilibrio entre tres habilidades para alcanzar el éxito: fortaleza mental, resistencia física y destreza técnica. ¿Sabías que la figura geométrica más estable de la naturaleza es el triángulo? Pues, en este caso, si una de sus puntas (habilidades) falla, se desploma o, en términos deportivos, pierdes el partido.
Por estas razones, jugar tenis exige mucha disciplina y compromiso. El mismo que Lizeth y Daniel tienen desde 2015, año en el que comenzaron a practicar en las canchas de tenis de la sede Comfama de Barrio Pérez.
Desde esa época ya estaban saliendo juntos. Él, estando pequeño, jugó mucho este deporte, pero en una etapa de su vida lo abandonó para dedicarse a otros proyectos. Sin embargo, al comenzar a ver jugar a Lis, decidió volver a practicarlo.
Lizeth es una apasionada, disfruta este deporte porque le parece muy elegante por todo lo que lo rodea, desde la clase de quienes lo juegan hasta la forma de golpear una pelota de lado a lado por encima de una red.
Estar en este curso les ha ayudado a cultivar hábitos que han mejorado su calidad de vida. Así dice Daniel, quien es consciente de que tiene que seguir trabajando en su condición física, en mejorar su alimentación por algo más saludable y tener un sueño reparador. Estos pequeños cambios hacen que su rendimiento sea óptimo en la cancha.
Ambos no se pierden ni una práctica los fines de semana. El tenis es una de sus pasiones, pero no solo lo practican por la sensación de ganar, sino de compartir algo juntos, es un aliciente que fortalece su relación.
