Formarse de manera continua, un requisito para el crecimiento laboral

En un mercado laboral cada vez más competitivo, los desarrollos personal y profesional son un requisito indispensable, donde la educación juega un papel esencial. Conseguir el trabajo soñado, sobresalir en una entrevista, obtener un ascenso o incluso emprender nos exige estar a la vanguardia, en un constante crecimiento laboral para mejorar nuestro rendimiento y productividad. 

Es necesario, por eso, actualizar constantemente nuestros conocimientos, desarrollar habilidades nuevas, capacitarnos en áreas específicas y explorar nuestro potencial. Estar altamente capacitado y feliz no solo impacta positivamente la vida de los trabajadores, es además la clave del éxito de cualquier empresa. 

¿Qué buscan las empresas en un trabajador actualmente?

Uno de los errores más comunes es pensar que un título es la puerta hacia una vida profesional exitosa. Si bien incrementa sustancialmente las probabilidades de encontrar un buen empleo, las empresas buscan además profesionales competentes, personas curiosas que se cuestionen el qué, por qué y cómo de las cosas. 

Buscan a aquellos idealistas que van más allá, que les gusta estar en continua formación porque saben que, al igual que el mundo, el conocimiento y el aprendizaje son progresivos y cambiantes. 

¿Cómo mejorar en el trabajo y ser mejor profesional? 

Para evolucionar hay que salir de la zona de confort, hay que entender que las cosas no llegan por arte de magia y que el trabajo duro tarde que temprano nos recompensa. Para lograr tus objetivos profesionales debes fijar metas, ser constante, disciplinado, curioso y, sobre todo, emprender un camino de aprendizaje constante. 

Acá profundizamos en algunos aspectos que puedes trabajar para incentivar tu crecimiento profesional. 

1. Formación continua y desarrollo de nuevas habilidades 

El aprendizaje es infinito, no tiene límites, por lo que puede extenderse de forma indefinida a lo largo de la vida. La educación continua hace justamente referencia a eso, a un aprendizaje constante para mantenernos actualizados con las últimas tendencias, para desarrollar nuevas habilidades y competencias. 

Al igual que las necesidades y exigencias del mercado laboral, la educación ha evolucionado y se ha adaptado a la demanda. Distintas modalidades de aprendizaje han facilitado, en gran medida, el acceso a la educación, sobre todo para personas laboralmente activas, cuyas responsabilidades pueden dificultar su formación. 

La educación se presenta como un amasijo de infinitas posibilidades para abrazarte con su sabiduría. Técnicas, tecnologías, talleres o cursos, presenciales o virtuales, en vivo o autónomos, en distintos horarios y con una oferta tan amplia que parece nunca acabar. 

Es cuestión de tener definida la línea de estudio en la que se desea profundizar para iniciar la ruta de formación continua. 

2. Desarrollo de habilidades blandas o soft skills 

Hacen referencia a forma en que te relacionas o interactúas con tu entorno. Las habilidades blandas son el resultado de tus habilidades sociales, de la manera en que te comunicas y acercas a las demás personas. 

A diferencia de las habilidades duras (de enseñanza), las blandas no son cuantificables como tal. Sin embargo, un líder las puede identificar en un trabajar teniendo en cuenta su capacidad de resolución de conflictos, manejo del estrés, motivación, paciencia y trabajo en equipo. 

De acuerdo con el estudio The skills to pay the bills: Returns on the job soft skills training, desarrollado por maestros de las universidades de Harvard, Michigan y Boston College, los trabajadores de una fábrica de confección en India que tomaron una capacitación en el desarrollo de habilidades blandas fueron 20 % más productivos en comparación con aquellos que no participaron de la formación.   

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3. Desarrollo de la inteligencia emocional 

Una buena gestión de las emociones no solo se traduce en una vida equilibrada y sana, también generan un entorno de trabajo productivo y saludable. La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos de identificar las emociones, entenderlas, aceptarlas y manejarlas de forma inteligente. 

Las emociones influyen enormemente en nuestro día a día, nos llevan a tomar decisiones, en ocasiones no tan acertadas, dejando en un segundo plano la lógica y racionalidad. 

Un trabajador con inteligencia emocional es aquel con empatía, con capacidad de motivación, reconocimiento y control de los sentimientos y buenas habilidades sociales. Estas, a su vez, influyen en un desempeño laboral eficiente y productivo. 

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4. La buena comunicación y el liderazgo 

La mayoría de las actividades humanas se desarrollan mediante la comunicación, incluido el trabajo. Cuando en el entorno laboral aprendemos a llevar una comunicación fluida y efectiva, evitamos los conflictos mientras mejora la productividad, la motivación, la escucha y el respeto. 

Tener habilidades comunicativas es además el camino para ejercer un buen liderazgo. Cuando generamos espacios de diálogo abiertos, donde las personas no temen expresar su opinión y emociones, se crea un ambiente laboral sano, se empodera cada miembro, se buscan alternativas y soluciones y se tejen vínculos de confianza. 

En conclusión, la comunicación es clave para el crecimiento laboral, ya que promueve el cumplimiento de objetivos e incentiva un buen clima organizacional. 

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4. La correcta gestión del tiempo y la productividad 

Una buena gestión del tiempo es sinónimo de alta eficiencia y productividad. Organizar y priorizar las tareas nos conduce a tomar mejores decisiones para alcanzar nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo. 

Si lo que buscamos es mejorar en el trabajo, uno de los factores fundamentales a tener en cuenta es una óptima administración del tiempo, para aprovechar al máximo la jornada laboral, evitar el estrés, la procrastinación y conseguir una mejor reputación profesional. 

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 Son muchos los aspectos que debemos tener en cuenta si queremos alcanzar un crecimiento laboral. Más allá de la educación tradicional, las habilidades sociales y emocionales son decisivas para el desarrollo profesional y para promover espacios colaborativos saludables.