Perseguimos un propósito que cree en el poder de inspirar
29 de Marzo 2021
Sara y Sofía Alzate Naranjo tienen 10 años, viven en Sonsón, son mellizas y, además, comparten la pasión por el fútbol. Una historia de persistencia y unión en medio de una pandemia.
Se trata de una serie de experiencias viajeras para que niños, niñas y jóvenes exploren formas de encuentro con ellos mismos, sus familias y su entorno, mientras adoptan hábitos saludables.
Sara, una de las protagonistas de esta historia, nació con síndrome de Down y, aunque ha tenido dificultades para expresarse a través de las palabras y del cuerpo, se goza la cancha como nadie. Mediante el fútbol encontró nuevas formas de comunicarse, desplegó sus capacidades en medio de risas, y le perdió el miedo a tropezarse.
En marzo del 2020, con el aislamiento preventivo por el COVID-19, las tardes de inspiración a través del juego se tuvieron que trasladar hasta las salas de las casas de los niños y, aunque Sara y Sofía movían los muebles para armar su propio campo de entrenamiento, las aburría la falta de espacio y no estar con sus amigos.
Había un problema adicional: Sara, no podía encontrarse con Camilo Restrepo, su entrenador, quien más la motivaba a realizar esas actividades que la retaban. Para continuar con el proceso, Camilo empezó a compartirles las actividades de la semana mediante un grupo de Facebook. Esto representó un desafío que lograron superar Sara y Sofía.
Como las hermanas Alzate Naranjo no podían conectarse todos los días a internet, esperaban a que su mamá, quien trabaja como empleada doméstica, llegara a la casa para que les prestara el celular, y a que a su vecina las dejara conectar a su red de Internet. Fue así como Sara y Sofía pudieron completar sus entrenamientos semanales, compartir videos realizando las rutinas y ver los de sus compañeros. Todos tuvieron que adaptarse a esa nueva cotidianidad.
Con el paso de las semanas en confinamiento, Sara y Sofía descubrieron otras formas de compartir. Inspiración Comfama les envió un kit de juegos tradicionales con los cuales su mamá y su abuela recordaron su infancia. Además, junto con su prima Luciana, empezaron a practicar gimnasia rítmica.

Esas acciones tuvieron profundas consecuencias en la familia Alzate Naranjo. «Desde que las niñas están en fútbol nos hemos unido más. En la cuarentena nos integramos como familia jugando con la pelota, el trompo y los catapiz», cuenta Milvia, la mamá.
Además, al estar rodeada de Sofía y Luciana, Sara ha encontrado nuevas formas de expresarse a través del juego. Aunque pronuncie algunas palabras de forma única, encuentra la manera de comunicarse con más paciencia y creatividad.
Gracias a la nueva normalidad Sara descubrió que Sofía, su hermana, es una mentora que habita en su propia casa.