De los tres tiempos en los que dividimos nuestro devenir en el mundo, el futuro es quizá el más abstracto, para visualizarlo, además de acudir a los deseos o temores del presente, debemos emplear con mucha habilidad nuestra imaginación. Por fortuna, imaginar el porvenir resulta ser una fuente inigualable de diversión. En el laboratorio que instalamos en la Fiesta del Libro y la Cultura la pregunta por cómo será el mañana fue motivo de juego, dibujo y conversación.
Invitamos a un grupo de apasionados por sus profesiones a que nos orientaran en un ejercicio de anticipación. Hablamos sobre cómo serán los libros, la lectura, las ciudades, los alimentos, nuestra relación con el cuerpo y la imagen. Construimos un mapa colectivo para navegar entre utopías y distopías.

A propósito del juego, esto es algo que nos tomamos muy en serio en el laboratorio. Los juegos de mesa han cobrado mucha relevancia en los últimos tiempos, entre otras cosas, por su potencia para crear y contar historias. Sirven, por ejemplo, como medio para asumir otros roles, desplegar universos fantásticos y acercarse a relatos históricos. En este espacio las carcajadas fueron inevitables.

Por otro lado, es indiscutible que la inteligencia artificial será uno de los elementos que más transformará nuestro futuro. En la actualidad, estas tecnologías se encuentran en un momento de efervescencia en el que cada día surgen nuevas herramientas y posibilidades para crear. En el laboratorio pensamos la IA como un complemento de la inteligencia humana, como una forma de estimularla y ampliarla, no como una suplantación.
La IA nos sirvió para crear historias, experimentar con el sonido y crear imágenes traídas de los sueños. En uno de los talleres, un niño nos contó que soñó que estudiaba en una escuela de ranas ubicada en un pantano y que de repente salían escapando todos los estudiantes-rana y él era uno de ellos. Otra niña nos contó que un día soñó que en el cielo se abría un hueco y empezaban a llover zombies. Y así recibimos varios sueños que en el laboratorio cobraron forma y color a través del uso de Midjourney.

No tener una voz de locutor dejó de ser una excusa para postergar la creación del pódcast que algunos de los asistentes al taller sobre este tema siempre habían querido hacer. Apoyados por Chat GPT le dimos vida al gui ón, el cual luego transformamos en una experiencia sonora usando la propia voz en combinación con galerías de sonido que mezclamos gracias a la herramienta Podcastly.

De alguna forma el futuro ya está entre nosotros. Y este se expresa a través de artefactos. En el laboratorio creamos proyectores 3D usando tan solo el celular, creamos sellos y rodillos para estampar, alfabetos morse para entender la construcción de códigos, construimos microscopios en origami y artefactos para crear ilusiones ópticas.
Sin embargo, por más fascinantes que resulten, el futuro no solo se trata de artefactos y tecnología. Se trata también de conservar ciertas cosas de nuestro presente a la vez que se transforman otras que son nocivas. Una de las que requerimos conservar es nuestra habilidad de escuchar. El sonido y la música son formatos que en sí mismos pueden contar historias y transmitir emociones así no contengan palabras, si te detienes a escuchar con atención. ¿Quién quebraría el plato en la otra habitación? ¿Cómo se escamparán de la lluvia los que están fuera de casa? ¿Qué dicen los pájaros? Mezclando sonidos expulsados por una bafle y los del Jardín Botánico animado por las Fiestas del Libro, en el laboratorio vivimos un proceso de escucha profunda.

En cuanto a lo que requerimos transformar, mucho de ello tiene que ver con los abusos que sufren las mujeres diariamente. Por eso en el laboratorio fue protagonista Feministas Rodantes, un espacio que hace parte de la espiral de los feminismos, el tiempo de las mujeres en colectividad, donde cabemos todas y somos tan poderosas como distintas, donde nos permitimos habitar la pregunta por aquellas mujeres que han inspirado la resistencia. Desde los equipos de Género y Juventud y Palabras Rodantes de Comfama, se propuso un espacio de conversación con diferentes colectivas feministas de Medellín, buscando que esta vez las palabras rodaran y llegaran a las manos de las personas que hoy están movilizando el pensamiento crítico, la perspectiva feminista y el trabajo colectivo.

Para transformar el mundo es necesario que las ideas circulen. De ahí que en el laboratorio también hubo espacio para los fanzines, publicaciones artesanales de bajo presupuesto que se usan para poner a circular contenidos al margen de las grandes editoriales y medios de comunicación. Su uso no ha parado de extenderse desde que se popularizaron a finales del Siglo XIX. Por eso en el laboratorio las personas pudieron armar su pequeño megáfono para lanzar al mundo lo que tienen por decir. Esto lo hicimos con ayuda de nuestro aliado Cocodrilos, una plataforma de la ciudad que a través de formatos como ferias, charlas, exposiciones, transmisiones y una fanzinoteca, visibiliza autopublicaciones locales.

En el laboratorio nos sumergimos en un viaje audaz hacia el futuro, donde la imaginación se convierte en nuestra brújula. Asumimos el futuro no solo como una incógnita, sino también como un lienzo donde nuestros sueños y valores se fusionan en una sinfonía de posibilidades. El mañana, con su misterio y potencial infinito, aguarda nuestra visión para empezar a materializarse.